9 de abril de 2014

No tocar


Ayer comí con los participantes en un congreso. Un señor a mi lado -muy efusivo- se pasó media comida hablando de modo muy interpelativo, y de vez en cuando me daba golpes en el antebrazo, con el revés de su mano. "Oiga, deje de darme golpecillos, ¿quiere?". No se llegué a decir, pero a punto estuve.

Intentar captar el 100% de la atención del interlocutor es una muestra de egocentrismo, cuando no de egoísmo. Pienso que es bueno conformarse con un 75%. Y, sobre todo, no imponer la que no seamos capaces de suscitar con nuestro verbo a base de golpecillos en el antebrazo.

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